Maltrato animal
Y esta mañana he vivido la otra polaridad, en la calle donde vivo, hay confinado un perro en un balcón, de 1 metro por 2 metros, donde ha de hacerse sus necesidades y vivir. He visto como su dueño recogía un orín y luego pateaba la caseta donde el animal aterrado se protegía como podía de los golpes.
Y en mi mente se juntan las dos imágenes realizadas por humanos, tanto para bien como para maltratar, tenemos el poder a nuestro alcance.
¿Usamos nuestro poder para someter, descargar nuestra impotencia, o bien utilizamos nuestro inmenso poder para colaborar y participar en la grandiosa obra de la vida, aportando lo mejor de nosotros?
He podido sentir, en mi, las dos polaridades como se encarnaban en una guerra sin fin, lo ideal sería ser responsables y conscientes de todo aquello que hacemos o dejamos de hacer.
Con el nudo en el estómago pienso en todas aquellas criaturas que sufren los abusos, maltratos e injusticias que nosotros, los humanos adultos, hacemos o permitimos que se realicen y mientras ocurre nuestras vidas continúan en una felicidad inconsciente atiborrados de azúcares y alcohol. El gran Despertar que se está anunciando hace tiempo se reduce a abrir los ojos, escuchar al otro e intentar cada día ser mejor persona, asumiendo errores y responsabilidades.
Hará unos meses, charlé en el metro con una chica de origen Holandés, me explicaba como en su país había una unidad de policía especializada en maltrato animal, porque quien pega a un perro tiene muchos números para seguir pegando a un niño, a una mujer o a alguien más débil que él.
Puede ser una medida importante a tener en cuenta viendo las muertes de mujeres en manos de sus parejas sentimentales, un problema social que queramos o no sucede en nuestros hogares.
Descargo así, mi indignación, desde mi alma como trabajadora social.
Conciencia, respecto y amor.
Marta Tadeo
www.martatadeo.com
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