Llegó el otoño
Avanzo por un túnel bajo las líneas de tren, está recubierto de baldosas blancas pequeñas y el es suelo de cemento. Escucho mis pasos y el cantar de un grillo que mantiene su melodía de manera incansable haciendo rebotar sus notas en cada rincón del túnel.
Parece como si el verano se resistiera a irse, como si las nubes de llovía que amenazan tormenta no fueran suficiente señal que el otoño se avecina, sin tregua ni pausa.
El grillo continua con su lamento agónico, haciendo rebotar el sonido más allá de mis oídos, a un lugar profundo de mi ser que le anuncia el otoño y sus lluvias, el fin del calor, de las tardes luminosas, de los días infinitos de luz y sofoco, donde el cielo y el mar se funden en una bruma y dejan sin fuerzas a los cuerpos entregados a su calor.
El otoño llega y ahoga al calor con su agua, aleja el cielo azul con sus vientos.
¿Dónde se fue el verano? para lamentarse el grillo.
Subo las escaleras que me llevan al andén donde el tren espera. La puerta está abierta, miro por última vez el túnel y me despido del grillo y del verano.
Marta Tadeo
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