Los niños, maestros del futuro
La historia ha de conocerse, nos ha de servir como ejemplo de lo que no queremos que vuelva a ocurrir. Los niños son los seres más vulnerables de nuestra sociedad, no disponen de herramientas para gestionar el estrés, simplemente lo cogen lo guardan como un mecanismo de defensa, es trabajo del adulto ayudar a los niños a desenvolverse de sus traumas, de dar espacio a lo que el niño está viviendo, de poder sostener la ira, la rabia, el dolor o la impotencia, con su corazón puro e inocente absorben lo que están viviendo en sus días y lo mejor de todo es que ellos son el futuro de la humanidad.
En estos momentos en nuestro mundo se están vulnerando derechos humanos y los niños reciben el peor trato, en Siria continúa una guerra para control de recursos naturales y la población civil está prisionera en un fuego cruzado, las fronteras cerradas y familias enteras en busca de un futuro para sus vidas, tenemos la vista plagada de imágenes de niños muertos en las playas, ahogados, de niños que salen de los escombros tras las bombas y ni siquiera lloran porque ¿de qué les va a servir?, las niñas que fueron secuestradas en la escuela, los niños soldados, los niños y niñas como objetos sexuales y así un sinfín de ejemplos dramáticos que están ocurriendo en estos instantes.
En mi trabajo atiendo a personas mayores en su última etapa de sus vidas, tengo el honor en muchos casos de escuchar sus vivencias, sus miedos, sus experiencias en la vida, y hay algo que todos recuerdan con especial emoción : su niñez, sus juegos, sus sueños, sus tragedias, en muchos casos la Guerra Civil los marcó para siempre, en otros el hambre de la posguerra, la tragedia de la muerte de los padres, quedarse huérfanos, recuerdan como si fuera ayer el dolor que el niño sufrió y con lágrimas en los ojos te recuerdan lo importante en la vida.
Parece que hay lecciones que olvidamos, que pensamos que como ocurren lejos de nuestro país no tenemos de qué preocuparnos, pero creo que todo lo que les ocurre a nuestros niños del mundo lo sentimos en nuestro corazón, por muy lejos que vivan, todos estamos unidos en una red invisible del amor.
Con esperanza, con la ilusión de un nuevo día y con toda mi energía, reclamos para todos los niños del mundo mejor con más amor, compasión y ternura. Todos podemos hacer algo en nuestras vidas para mejorar la vida de los niños, sólo falta abrirse a la vida y entregar lo mejor de nosotros a la humanidad. ¿Te atreves?
Yo sí.
Marta Tadeo
Un niña tímida
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